Apenas quedan ya cuarenta horas para que definitivamente eliminemos el 2012 de nuestro registro. Cuarenta horas con las que todavía contamos para hacer que no hayamos pasado un año en balde. Y cuarenta horas para comenzar otra cuenta atrás en lo que será otro año.
Vivimos atados al tiempo, a las agendas, al día a día, y nos solemos olvidar de que somos nosotros quienes construimos el año en cada instante.
Hace ya mucho tiempo que no hago propósitos de cara al siguiente año, no me planteo ningún reto especial en una fecha concreta porque sé que el devenir de cada día nos hace mudar objetivos. Pero siempre me mueve el mismo afán, único, de que cada día sea capaz de adaptarme a “lo que venga” y tratar de mejorar aunque sea un poquito. Es tan sólo una competencia interior, una forma de sentir que cada pequeño acto puede ser parte de un proyecto vital mayor.
Al Año Nuevo no le pido nada especial, tampoco a los Reyes Magos, sencillamente siento que voy hacia él de manera natural y llena de esperanzas. Espero que a lo largo de los próximos 12 meses, cada uno de vosotros tengais la oportunidad de alcanzar vuestros sueños. Espero que vuestros afanes se vean satisfechos y que en alguno de los millones de instantes que os tocará vivir, sintais la alegría completa y sublime que encierra una mirada llena de amor. Espero que ninguno de vosotros sienta nostalgia del pasado y que mireis hacia adelante con la convicción de que cualquier obstáculo que surja vais a ser capaces de superarlo.
Tal vez espero demasiado de 365 días, que dan para mucho o para nada, eso dependerá solamente de vosotros.
Porque yo no me conformo con esperar a ver qué pasa, porque sin pedir nada quiero demasiado, porque confío mucho en la buena gente, os deseo a todos un feliz año 2013.
Y ahora hay que empezar con fuerza a trabajarse ese año, así que ¡manos a la obra!
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El 2012 ha muerto…¡Viva el 2013!
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